martes, 24 de enero de 2012

La grande vache marselleise


Bonne nuit, mon ami. Mil excusas te debo, improbable (por no decir imposible) lector. Aclaro, por si ya has olvidado lo que escribí en mi entrada del 28 de noviembre del pasado año (o por si te dio, y aún te da, pereza leerla) que mi nombre es Josep Luís Coll, el único bloguero a escala 1:32 (o, al menos, el único del que tengo noticia). Si careces de nociones cartográficas, me permito aclararte que la escala es la relación existente entre la dimensión veraz de un objeto y la de otro objeto que representa de manera ficticia dicha realidad. En realidad, ignoro si esta definición es correcta (nada sé de cartografía, dicho sea de paso). Y, si me apuras, puedo presentir que no te interesa. Así que, resumo, soy un tipo minúsculo. Menguado, como se diría en el Siglo de Oro español. Si quieres más detalles sobre mi particular universo lee (o relee) mi primer y último post. Y si no, adelante. Yo también soy de esos que jamás miran en los libros de instrucciones.

Las últimas semanas en la Francia a escala (naturalmente) 1:32, donde vivo una especie de destierro voluntario (insisto: si hubieras leído la entrada anterior sabrías el porqué del mismo), han resultado de lo más nutritivas. Me robaron la Ducati. Mi Ducati del 73, aquella maravilla amarilla de la fotografía que ilustraba mi citada (y soslayada) entrada. Fue en nochebuena, durante mi visita a Marsella. ¿Qué para qué iba yo a ir a Marseille? ¿Para asistir a la misa del gallo en Notre-Dame-de-la-Garde? ¿Para deambular por el Vieux-Port o pasear por La Canebière? Pas non. Estuve en la Rue Curiol, en un antro llamado Chez la Vache. ¿Que qué puede entenderse por antro? Nochebuena, un español solo, en mitad de la nada: ¿qué podría hacer? Irme de meretrices. Y a Marsella, que es la ciudad idónea para tales menesteres.

No entraré en más detalles; soy un caballero. Que por satisfacer su lujuría recurre al dinero, sí, pero todo un caballero. La chica que elegí, que era descomunal para mi tamaño (yo calculo que estaba a escala 1:16, al menos), me exprimió como una mano exprime medio limón sobre un jugoso plato de paella. Apenas hablamos (tampoco es que hiciera falta), pero enseguida deduje que no entendía el español y que no conocía más de media docena de tacos franceses. Era, creo, armenia y me dejó tan exhausto que, cuando volví a la calle, bebido y eufórico, ni siquiera maldecí al comprobar que mi querida motocicleta ya no estaba. No era demasiado tarde (poco más de las diez de la noche), pero la gente con la que me cruzaba no era, digamos, la más recomendable que uno quisiera encontrar en una ciudad desconocida, así que tras un inevitable asalto a punta de navaja, sin la cartera, ni los zapatos y con una dolorosa contusión en la mejilla derecha, fui a parar frente a la Église des Réformés, donde coincidí, casualidades de la vida, con mi viejo amigo Fabrice y su prometida, Renata. ¿Qué quienes son Fabrice y Renata? Ya os contaré más detalladamente en otra ocasión.

Ahora quiero dormir un rato. El negocio prospera y, quién me lo iba a decir, hay días en los que me acuesto cansado. Adieu!






Esta fotografía la encontré recientemente en un cajón. Es mi primera esposa, Andrea, que quería ser modelo erótica y acabo como putain en un club de Barcelona.






Mon ami Fabrice, promotor de carreras de coches clásicos y bon vivant, y algunos de los coches que, por cortesía de Fabrice, participaron en la exhibición de año nuevo (de la que otro día os hablaré):











Aquí estoy yo, atendiendo a uno (¡por fin!) de mis primeros clientes.


Y Renata. ¡La Bella Renata!

2 comentarios:

  1. Me gustan estas historias , son muy divertidas y amenas !!!!!!!!!!
    jajajaja Andrea la ciclista es ............no sé como definirla ......subrrealista jejejjeje
    me encanta de veras y todas las demas , su historia , tus textos ........
    Gracias amigo por estas entradas, que andamos escasos de originalidad
    un abrao
    Mikel

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  2. ¡Anda, pues yo soy de Barcelona y no he visto a esa putain tuya, la tal Andrea!
    Bueno, chico de escala pequeña, o diremos reducida: eres original y desenfadado, me gusta tu forma de interactuar con nosotros, los de escala algo más grande.
    En fin, siento lo de tu ducatti, y ese robo que te dejó sin zapatos, pero chico es lo que tiene una noche de amor desenfrenado!!
    bueno, me pasaré por aquí a verte, (igual me hará falta una lupa)

    adeu, un placer descubrirte, y para tu consuelo te diré que no me has aburrido en absoluto, por el contrario has sido un soplo de aire fresco.

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